sábado, 16 de enero de 2016

EL CORRIDO DE KATE DEL CASTILLO

Por Eduardo García Aguilar
Asistí en México hace dos décadas frente a las pantallas de la televisión a la irrupción de Kate del Castillo como actriz de telenovelas y a su ascenso como sex symbol en el imaginario de los televidentes mexicanos de todas las edades.
No era la primera ni sería la última de estas vedettes populares que tan bien sabe inventar la televisión mexicana cada lustro, practicando una renovación permanente del producto, que no tiene falla desde los tiempos de Verónica Castro y Lucía Mendez, hasta la era de Salma Hayek, Bibi Gaitán, Thalía y otras más, entre ellas La Gaviota, que es la actual primera dama del país azteca.
Durante décadas Televisa supo crear ese imaginario y perfeccionarlo al cosechar y cultivar figuritas angelicales que terminan siendo parte de la familia de todos los cien millones de mexicanos. Salma Hayek, que es hoy una de las reinas de la moda de París, se inició en la telenovela Teresa, pero rápidamente después de vivir escándalos con novios como el boxeador Julio César Chávez, partió rumbo a Hollywood a probar suerte, donde tuvo una carrera digna y al final casó con uno de los grandes herederos de Francia, dueño de muchas casas de moda que ahora están a los pies de su esposa.
Digamos que Salma Hayek “tiró el balón muy alto”, como dijo el presidente colombiano Belisario Betancur cuando le dieron el premio Nobel a García Márquez. La pequeña chica de Coatzacoalcos, de origen libanés, comprendió que era muy poco para ella el destino de ser solo una acriz de telenovelas mexicanas.
Otras estrellas de primero y segundo rango optaron por casarse con políticos o millonarios locales, sirviendo a veces como comparsas glamorosas de las carreras de sus maridos, tal y como ocurrió con Angélica Rivera, que al casarse con el actual mandatario mexicano cuando era candidato viudo, accedió al rango de primera dama.
Thalía, la de María del Mar y otras telenovelas que la hicieron inmensamente popular en América Latina viró hacia niveles más altos al casarse con uno de los magnates musicales de Miami, donde lleva una vida soñada en el corazón del imperio, cuyos episodios son seguidos por las amas de casa y los televidentes.
Todas ellas, desde Verónica Castro hasta Angélica Rivera y ahora Kate del Castillo, pertenecen a la élite económica del país, están ligadas al poder, y viven a años luz de los sufrimientos del pueblo mexicano, sumido siempre en el dolor y la miseria y obnubilado día a día por las pantallas televisivas, que son la única ventana al sueño y el bálsamo para sus sufrimlientos ancestrales.
La bella Kate del Castillo es lo que en México se denomina “un cuero”, o sea una mujer bomba, excepcional, con un cuerpo de espectáculo y un sex appeal sin límites, deidad popular que hace soñar a todos los hombres al unísono y a las amas de casa que la ven todo el día en telenovelas o películas, mientras hacen las arduas tareas domésticas.
Pero Kate es algo más que una diva o un cuerpo de película, como lo demostró en el filme La Reina del Sur, inspirada en la novela de Arturo Pérez Reverte. Haciendo lo mismo que otras de sus antecesoras, Kate ha querido alzarse de esa frivolidad glamorosa y fútil de ser solo objeto sexual hacia niveles más altos de compromiso social, creando sus propias empresas y opinando sobre las realidades del país a riesgo de quemarse las alas. En este caso, la bella ha querido redimir al Chapo Guzmán, el Pablo Escobar mexicano y uno de los narcos más famosos de todos los tiempos.
Kate ha osado decir que confía más en el capo que en los políticos mexicanos y emprendió un coqueteo epistolar y por internet con el bandido, erotómano que también a su vez creyó cumplir el sueño de adquirir para su harém a la hermosa estrella que se arriesga a visitarlo y pretende hacer una pelicula sobre él.
En la cama del Chapo encontraron videos de la película donde Kate hace de narcotraficante y sin duda él, como todos los mexicanos, la vio y deseó en telenovelas y la siguió en sus historias de amor y tuvo sueños eróticos con la hermosa de piel canela, cuerpo escultural, esencia de la belleza mexicana mestiza, como en su tiempo lo fueron Dolores del Río, Maria Félix, Salma Hayek y Bibi Gaitán.
Acompañada de Sean Penn, actor comprometido y mundialmente famoso, ex marido de Madona, Kate llegó hasta la guarida del capo y participó en una velada donde sonaron los mariachis y se distribuyeron deliciosas exquisiteces campiranas. Así cumplía el peligroso capo la palabra de “protegerla como a mis ojos”.
Por unas horas, la Bella y la Bestia, el capo y la diva, estuvieron juntos en la jungla del norte de México protagonizando uno de los mayores escándalos y propiciando de paso la captura del fugitivo, experto en túneles, especie de mago Houdini de la evasión.
Ahora la Bestia ha quedado enjaulada de nuevo, víctima de su deseo por la diva y la diva ha quedado enredada en un problema donde sus nuevos enemigos de la política mexicana y hasta el gobierno mismo tratarán de acusarla de complicidad y encubrimiento y le cobrarán la osadía de opinar, como muchos opinan, que los políticos son tan bandidos como todos los bandidos del narcotráfico.
No le falta razón a la sexy Kate. Los capos de México, Colombia y el mundo han contado con la complicidad de políticos, gobiernos, policías, élites locales y militares, pues tienen todo el dinero posible para comprarlos. Y han contado con la complicidad de muchos estamentos en Estados Unidos y Europa, donde están los consumidores de droga, como si fuera Coca Cola, en balnearios, hoteles, burdeles y discotecas.
Ha terminado el corrido de Kate del Castilo y el Chapo Guzmán. El jefe del cártel de Sinaloa está tras las rejas y probablemente será extraditado, si no se escapa antes. Kate tendrá que capear el terrible vendaval que se avecina y se habrá convertido en otro mito, como la colombiana Virginia Vallejo, joya de las pantallas que fue amante de Pablo Escobar, líder del cártel de Medellín, y después lo reemplazó por su rival, el jefe del cártel de Cali, Rodríguez Orejuela.
Como mariposas doradas, las bellas Kate y Virginia resultaron quemadas en el fuego de su deseo al obnubilarse por figuras temibles y monstruosas, calibanes asesinos que en su ilegalidad han matado sin límites ni piedad y sembrado el terror en sus respectivos países.
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* Publicado el domingo 17 de enero en La Patria. Manizales. Colombia.