sábado, 28 de marzo de 2015

LA SUICIDA MEXICANA DE NOTRE DAME

Por Eduardo García Aguilar
Suicidada hace casi 85 años de un tiro en el corazón en la catedral de Notre Dame de París, un 11 de febrero de 1931, la escritora mexicana Antonieta Rivas Mercado es considerada todavía como un mito de varias facetas, alimentado por filmes, obras de teatro y publicaciones. Al lado de otras mexicanas famosas como Frida Kahlo -esposa del pintor Diego Rivera-, o las actrices Dolores del Río, María Félix y Pina Pellicer, Antonieta hace parte de un "santoral" feminista inagotable que siempre renace en las páginas de los diarios y revistas.
     Nacida en 1900 en la familia de un arquitecto ligado a la familia de Porfirio Díaz, constructor del famoso Ángel de la Independencia de la Avenida Reforma y otros grandes monumentos, Antonieta creció rodeada de escultores, pintores, músicos y viajó desde temprano a Europa. Pero su drama fue la contradicción entre su tendencia artística y libertina, su inquietud intelectual, y la educación formal de la época, por lo que algunos la consideraron una excéntrica que rompió con las tradiciones.
     Enamorada de un pintor homosexual, amante del famoso escritor y político José Vasconcelos, a quien acompañó en su frustrada campaña presidencial en los años 1928-1929, casada a los 18 años con el ingeniero norteamericano Albert Blair, Antonieta se enfrentó a una demanda por abandono de hogar y perdió la tutela de su hijo, quien más tarde, avergonzado, renunció al apellido de su madre. En 1927, luego de la muerte de su rico padre Antonio, y tras lustros de violencia revolucionaria, recibió una gran herencia y se volvió mecenas de los artistas de la época, encabezados por los Contemporáneos, grupo de escritores mexicanos que daban la espalda al convulsionado mundo de su época, vistiendo con elegancia -flor en el ojal- y mirando hacia el moderno viejo mundo. Promotores del arte mundial, europeo, cosmopolita, buscaban romper con el nacionalismo artístico en boga en México tras la Revolución. Los poetas Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Jorge Cuesta y José Gorostiza, entre otros, conformaron con ella un movimiento de apoyo a las Bellas Artes.
      Rivas creó el Teatro Ulises y la Editorial del mismo nombre, promocionó patronatos para orquestas de música clásica, publicó obras de poetas jóvenes y participó activamente en el movimiento del candidato presidencial independiente José Vaconcelos, de quien se enamoró de inmediato. "Morena, bien hecha y elástica, ejemplar de fina raza nativa, su fuerza, sin embargo, estaba en el espíritu", dijo de ella el rocambolesco ministro Vasconcelos, autor de Ulises Criollo y otros libros de memorias que le dieron fama como un gran prosista latinoamericanpo del siglo.
     Vasconcelos fue otro gran derrotado, al no encontrar apoyo para sus planes de hacer de México un país moderno y democrático, y murió viejo y amargado frente a la clase política mexicana. Brillante, mujeriego, excelente escritor y orador, ambicioso y culto, Vasconcelos hizo una gira por América Latina tras su derrota, a principios de los años 1930, y fue recibido como un célebre prohombre continental en ciudades como Bogotá, Barranquilla, Manizales y Lima, que saludaban su utópica defensa de un "hombre cósmico".
    La historia de amor entre ambos se convirtió en leyenda, no solo por la notoriedad de ambos sino por el retorno de Antonieta en 1930 a México para "secuestrar" a su hijo de las manos de su ex esposo y volver a París, via Nueva Orleans, para encontrarse con Vasconcelos. Allí, presa de angustias y culpas, se dispara en el corazón, frente a los altares de Notre Dame de París, para sellar con broche de oro su futura leyenda. El español Carlos Saura realizó en 1981 la película Antonieta, donde la heroína trágica fue representada por la francesa Isabelle Adjani.
    "México fue teatro de mi gran derrota y de mi gran victoria (...) Tomo la vida, ya no dejaré que me tome ella", escribió antes de morir a los 30 años. Rivas fue traductora de André Gide, amiga de García Lorca, y actriz, junto con sus amigos los Contemporáneos, en obras de Bernard Shaw, Jean Cocteau y Eugene O' Neill, en un mundo donde este tipo de actividades los hacía sospechosos de "exquisitos" y de dar la espalda al pueblo y a los indígenas.
     El escritor argentino Luis Mario Schneider publicó sus obras completas en 1987, entre las que destacan La campaña de Vasconcelos, Cartas a Manuel Rodríguez Lozano, 87 cartas de amor y otros papeles, Diario, la mujer mexicana, Ideales de mujeres, entre otros textos. Como Frida Kahlo, cuyas fotografías, cuadros y biografías se venden al por mayor, y cuya historia trágica llamó la atención de la cantante estadounidense Madonna para una película, Antonieta es sin duda otra de esas "santas" mexicanas que todos adoran.
    En 2008 se realizó en el palacio de Bellas Artes una exposición iconográfica sobre su vida que provocó cierta polémica en torno a sus verdaderos méritos y al papel del mito en la historia cultural mexicana. La biógrafa de la heroína, la francesa Fabienne Bradu, dijo al respecto en un artículo publicado en Letras Libres que "en calidad de biógrafa de Antonieta Rivas Mercado, he podido comprobar que el mito es más fuerte que la verdad de una vida. A lo largo de los años, he visto cómo poco a poco Antonieta se incrustaba en el imaginario de México a fuerza de admiración, que a ratos hasta roza el fanatismo, y de honda compasión. Despierta una extraña solidaridad femenina como si su suicidio trasuntara las frustraciones y los desencantos de muchas otras mujeres de todos los tiempos". Un suicidio espectacular en pleno templo mítico: su leyenda viajará para siempre en la nave de la catedral, al lado de Esmeralda y el Jorobado de Notre Dame de París.