sábado, 28 de mayo de 2011

LA INFAME POLICÍA CATALANA Y EL MALESTAR EUROPEO

Por Eduardo García Aguilar
Las escenas de violencia del viernes 27 de mayo en las calles de Barcelona, cuando la policía atacó con lujo de violencia a indefensas jovencitas y jovencitos del movimiento pacífico « Indignados » que acampaban en la plaza de Cataluña, muestra la efervescencia que se siente en varias capitales de Europa, donde se trata de reproducir el modelo de las rebeliones de Túnez y Egipto contra un clase política corrupta y desprestigiada.
Las imágenes de los temibles policías catalanes golpeando y haciendo sangrar a una jovencita que grita despavorida mientras es arrastrada hacia el vehículo policial y las imágenes de jóvenes ensangrentados bajo los golpes inclementes, muestran que cualquier chispa trágica puede desencadenar un movimiento grave de rebelión contra la injusticia en España.
De inmediato los indignados volvieron a acampar en Madrid, donde miles de manifestantes acudieron a la Puerta del Sol y los barceloneses se reinstalaron en la plaza, de donde los querían desalojar con el pretexto que había que preparar las festividades en caso de triunfo del equipo local Barça frente al Manchester en la Liga de Campeones. O sea el fútbol corrupto como arma para aplastar a un movimiento ciudadano.
El estado se arroga el derecho de despejar a los ciudadanos indignados para obligarlos a celebrar la millonaria empresa futbolística privada y por supuesto imponer el anestesiante pan y circo del fútbol a una ciudadanía que está harta de la crisis, la corrupción, la plutocracia y la dictadura de dos partidos que ligados a los grandes capitales y a los medios manipulan a la población y la polarizan.
Los infames Mossos de Escuadra actuaron igual que los policías tunecinos y egipcios contra los valerosos jóvenes que gritaron basta y tratan de hacer reflexionar sobre estos años de delirio artificial vivido por España tras el ingreso a la Comunidad Europea hace unas décadas, cuando gracias a las subvenciones europeas y a las burbujas inmobiliarias y financieras hicieron creer a todos que el pais había pasado sólidamente de la pobreza del franquismo a convertirse en una potencia que bajo el derechista Aznar incluso se daba el lujo de apoyar guerras ajenas.
Todo era una gran mentira. Millones y milones de edificios surgían como champiñones en ciudades, playas, campos, riberas, devastando con cemento la naturaleza. Ilusionados por el cuento chino de ser propietarios, millones de españoles de todas las edades se endeudaron hasta el cogote en condiciones leoninas y ahora no saben como hacer para pagar los enormes intereses de esas viviendas devaluadas que valen a veces la mitad de lo que costaron.
La clase política corrupta del Partido Popular bajo Aznar y del Partido Socialista bajo González y Zapatero se enriqueció en esa feria, y escándalo tras escándalo vimos el desfile del concubinato entre políticos y celebridades, mafiosos latinoamericanos, árabes y rusos y la plutocracia de España, autoritaria y sedienta, depredando en América Latina como en los tiempos de la Colonia.
La burbuja atrajo como moscos a millones de latinoamericanos, en su mayoría peruanos, ecuatorianos, argentinos y colombianos pobres que viajaron a España con la ilusión de un empleo y de un día para otro, tras la crisis y el fin del sueño, se vieron atrapados allí sin un peso, considerados como desechables, por lo que regresaron más pobres que antes a su tierras. Y en lo que respecta españoles, el desempleo es la ley en todo el país, los jóvenes deben vivir para siempre al lado de sus padres y quienes milagrosamente obtienen un empleo deben satisfacerse con los famosos mil euros que dieron origen al triste calificativo de « mileuristas » a los millones de empleadillos de la Madre patria.
La dictadura bipartidista surgida de la transición ha terminado por ser una arrogante bota de plomo sobre la juventud que nació y creció después de la muerte del dictador genocida Francisco Franco. Los políticos siembran odio día a día y sólo utilizan las fallas del enemigo para atacarse sin pensar en el bien común. Por eso los jóvenes ya no pueden más y salen a acampar en las calles ante la mirada atónita de esos padres que vivieron las tres décadas gloriosas de la ilusión de progreso generado por el ingreso a la Comunidad Europea, cuando ingresar a ella era visto aún como la llegada a las tierras del maná bíblico.
A los españoles han seguido ahora los indignados griegos que acampan para protestar por las condiciones draconianas de los planes de rigor aplicadas por las potencias a una población que no tiene la culpa de las fallas de su clase politica. En Inglaterra los jóvenes manifestaron hace unos meses contra los planes gubernamentales de precarizarlos y cerrarles las puertas de las universidades, mientras los intoxican con bodas reales millonarias. La juventud inmigrante francesa de los suburbios también se rebeló hace unos años incendiando miles de vehículos en los malditos barrios donde la policía sarkozysta reina dictatorialmente contra el inmigrante árabe o africano.
Pero ahora las imágenes de la infame policía catalana golpeando a inermes jovencitas, dejan atónitos a quienes hemos amado a Barcelona como un lugar de luz y cultura. Ahora la policía quiere obligarlos a celebrar la industria de un fútbol millonario y corrupto con el que la clase política quiere tampar el sol de la crisis con balones. Los despreciados jóvenes moros de Túnez y Egipto han dado por fin un ejemplo a los jóvenes europeos y les muestra el camino de indignación necesaria tras años de lobotomía mediática, arribismo y política mediocre.