sábado, 29 de enero de 2011

REVOLUCIÓN E INTERNET EN EL MUNDO


Por Eduardo García Aguilar

Los rebeldes del mundo, que pasaron décadas deprimidos luego del triunfo de la dama de hierro Margaret Thacher, Ronald Reagan y los dos George Bush, no pueden creer, al iniciarse esta segunda década del siglo XXI, que internet se convertiría en el arma maravillosa de las nuevas revoluciones en todo el orbe contra las tiranías de izquierda y de derecha.
En Irán, donde dominan los ayatolas y el atómico lapidador Mahmud Ahmajinedad, internet hizo posible una insurrección que no triunfó, pero fue una primera llamada de atención y dejó la esperanza de que tarde o temprano los líderes religiosos de la teocracia chiita, aupados al poder por Occidente, caerán en la maravillosa y rica tierra milenaria que dominan con sotana de hierro.
En China, donde los líderes comunistas lograron inventar un capitalismo aún más salvaje que el de los capitalistas y soñado por ideólogos como Milton Friedman, internet y google se han convertido en armas secretas para una rebelión popular que arde efervescente en el inmenso imperio amarillo. Allí la mano de obra está militarizada por capataces del régimen hinchados de millones, mientras aplican las cadencias más espantosas que jamás haya conocido el mundo capitalista, con salarios de miseria que hacen sonrojar a los avaros industriales multinacionales del planeta y parecen regresarnos a los tiempos de la Revolución Industrial inglesa tan bien descrita por Charles Dickens en Oliver Twist.
Este 2011 ha comenzado con una revolución espectacular en los países árabes del norte de Africa, donde sátrapas instalados desde hace décadas comienzan a temblar, mientras la insurrección popular se extiende como pólvora incontrolable por pueblos y oasis, ante la sorpresa de los cómplices dirigentes occidentales.
Túnez dio el primer ejemplo al tumbar a la cleptocracia de Ben Alí gracias a la Revolución de los jazmines y ahora en las calles de ciudades egipcias como Alejandría y El Cairo, se repite el experimento, haciendo tambalear a Hosni Mubarak tras treinta años de régimen y quien sueña con poner a su hijo como sucesor en el trono.
De manera tardía e insuficiente, la momia del octogenario líder egipcio, con su pelo tinturado como el del millonario Ben Alí y múltiples operaciones estéticas que lo hacen parecer más joven, salió de su sarcófago para hacer las promesas que hacen siempre los políticos : acabar con la pobreza, y dar empleo y libertad al hambrieno pueblo descendiente de los faraones.
Pero este sábado, pese a las promesas del Rais, han vuelto a salir a las calles, logrando saltarse el bloqueo de internet y los celulares en todo el país. Como una sola voz, desde todos los hogares, como ocurrió en Túnez, jóvenes y viejos, mujeres y hombres, salen al unísono desbordados y hartos de tantos años de humillaciones y promesas vanas, de tanta sumisión ancestral inoculada por una religión medieval de desierto creada para proteger a jeques, imames, sátrapas, califas y a toda esa serie de oligarcas que han dominado merced al terror de la policía secreta, y a las lapidaciones, ahorcamientos, decapitaciones y torturas de disidentes.
Tiemblan ahora los tiranos de Marruecos encabezados por el rey Mohamed y su corte de millonarios y el abusivo Mohamed Kadhafi en Libia, así como los líderes de la sufrida Argelia, donde la caldera de la revolución espera el momento de saltar en los abandonados y precarios rincones de un país detenido en la nada del silencio. Todo esto se lo debemos en parte y por fortuna al auge de internet que llega a los más humildes barrios del mundo, donde en viejas computadoras los jóvenes juegan y a la vez se comunican y acceden a informaciones que antes eran controladas por los tiranos o los jerarcas religiosos.
En la India, en China, en Africa, en América Latina, en los países caucásicos o bálticos, en todos los países del tercer mundo, internet es una ventana abierta a lo otro. Alguna vez, en los tugurios miserables de Calcuta o Benarés, vi esos pequeños sitios internet donde por unos centavos uno puede conectarse con el mundo mientras pasan por la calle las vacas y los monos sagrados. Y lo mismo ocurre en América Latina y Africa.
Los jóvenes del tercer mundo, incluso los más pobres, han adoptado la red como una arma. La dominan, acceden a ella, la manejan a su guisa ante la mirada atónita de abuelos, presidentes vitalicios, líderes infalibles, presidentes ubérrimos, comandantes heróicos, ayatolas, imames, raises egipcios, jeques de Arabia Saudita, secretarios generales de partidos comunistas. Y ni siquiera Fidel y Raúl Castro, los hermanos gerontócratas que dominan a Cuba desde hace medio siglo, han podido controlar internet para impedir que surja la voz de los disidentes en la isla.
Fracasen o no estas rebeliones árabes tan inéditas y saludables, estamos ante un fenómeno nuevo que ha vuelto a resucitar la hasta hace poco aborrecida y arcaica palabra Revolución, que se creía sepultada para siempre y que por fin vuelve cíclicamente desde los tiempos de Espartaco y los Comuneros como una amenaza para los autoritarios que desean quedarse en el poder y nadan en olas de debilidad, ignorancia y miseria para perpetuarse sobre sus pueblos y enriquecerse a su costa.

domingo, 23 de enero de 2011

BOLAÑO ESCRIBE DESDE EL MÁS ALLÁ


Por Eduardo García Aguilar

La editorial Angrama anunció esta semana con gran bombo la publicación de una nueva novela de Roberto Bolaño, que se suma así a otras obras póstumas suyas salidas en los últimos años, entre ellas el grandísimo mamotreto 2666. Sin duda alguna, mientras sea negocio, el pobre chileno seguirá dándonos sorpresas desde el más allá, ese terreno incógnito y misterioso donde habita y trabaja a solas, esclavizado, sin descansar en paz, sentado en una nube y vestido tal vez con una clámide griega.
Ya puedo imaginar al muerto, desesperado en su nuboso hábitat celestial sin poder conseguir cigarrillos ni tomar café o whisky, dando vueltas como un loco en los gélidos y ebúrneos senderos de algodón, despotricando por la condena terrible de tener que escribir eternamente y no poder jubilarse.
Bolaño nació en 1953 y pertenece a la generación Sin Cuenta de escritores latinoamericanos, caracterizada por un gran desprendimiento terrenal y una rebeldía contra los poderes literarios, aplastada como ha estado entre la deflagración del boom y sus reyes Midas y el éxito desbordado de los nuevos best-sellers jóvenes nacidos en los años 60 y 70.
El editor y la viuda, ayudados por el gran agente apodado “El Chacal”, seguirán haciendo escribir al chileno a través de la ouija una obra por año, que encontrarán depositada por arte de magia en el disco duro de la computadora del difunto o en forma de misteriosos mecanuscritos, que aparecen sobre su escritorio, ante la mirada atónita de un gato egipcio.
La nueva novela del muerto se llama “Los sinsabores del verdadero policía”, que según informaciones de prensa es “protagonizada por algunos personajes” de su también novela póstuma 2666. El cómico cable noticioso agrega que la viuda del escritor, Carolina López, halló en el ordenador del escritor parte de la obra y dice que está compuesta por varios textos truncos y 50 y 100 páginas misteriosas y dispersas. Ademas halló “un texto en parte mecanografiado con una máquina de escribir eléctrica y en parte impreso desde un ordenador sin archivo informático” que lleva el mismo título que el primer texto trunco “Los sinsabores del verdadero policía”.
Este último texto fantasma, dice la viuda en el rocambolesco cable de la agencia, es “una novela completa de 283 páginas, clasificada en siete carpetas, cinco de las cuales se encontraban en la mesa de trabajo del autor, junto con otros materiales relativos a 2666, en tanto que las otras dos partes se descubrieron al organizar su legado”.
El cable reproducido por los diarios añade que “sus historias y protagonistas transitan por otras novelas de Bolaño como Estrella distante, Llamadas telefónicas, Los detectives salvajes y 2666, cuyo centro oculto quizás podría estar constituido por la presente novela. Además, comparten algunos de los personajes, como Amalfitano, su hija Rosa y Arcimboldi”.
El gran editor Jorge Herralde declaró a la agencia espanola Efe que “la lectura de la novela nos convence de que estamos ante una obra de una calidad literaria extraordinaria, en el territorio de 2666 y Los detectives salvajes, es decir, del Bolaño en su mejor forma”. En el prólogo de la obra, el crítico Juan Antonio Masoliver Ródenas señala que Los sinsabores del verdadero policía, como 2666, es “una novela inacabada, pero no una novela incompleta, porque lo importante para su autor no ha sido completarla sino desarrollarla”.
El artículo de prensa nos cuenta que la novela trata de un viudo que se ve obligado a huir de Barcelona hacia la frontera entre México y Estados Unidos, donde se encuentra con el mago Arcimboldi, un escritor francés cuya obra nos despliega el muerto en su nueva novela, y en ella aparecen decenas de otros personajes grotescos y circenses, que, según el cable, ya han aparecido en otras novelas suyas.
Para rematar el sancocho novelesco, la noticia añade que la obra incluye también el relato de la filmación de una película sobre la vida de Leopardi que sería protagonizada como actores por escritores como Vila Matas, Vargas Losa, Camilo José Cela, Juan Goytisolo y Juan Marsé. Así estaríamos ante el surgimiento de un nuevo género literario, la novela Frankenstein, una especie de pot-purri hecho de retazos múltiples e incongruentes unidos a la fuerza y cosidos en el quirófano de las letras en medio de un aquelarre sinigual.
Como podemos ver, la nueva obra del difunto es, si le creemos al cable de Efe, una verdadera “mamada de gallo”, como solemos decir los colombianos, o para ser más explícitos, un perfecto “paquete chileno”, una concreción futurista del realismo mágico que haría sonrojar de furia al propio difunto Bolaño, desesperado mudo fantasmagórico incapaz de protestar desde la eternidad contra las picardías literarias de su viuda y los editores.

sábado, 15 de enero de 2011

SORPRESIVA REVOLUCIÓN EN TÚNEZ

Por Eduardo García Aguilar
El ano 2011 empezó con una inesperada revolución en Túnez, donde la juventud se alzó contra el régimen y tras semanas de manifestaciones, enfrentamientos y disturbios obligó al dictador Ben Alí a huir la noche del viernes en un avión fuera del país que manejó con mano de hierro durante 23 años, con el apoyo tácito de Occidente.
Los países democráticos de Occidente y sus grandes empresas se hacen siempre los de la vista gorda para hacer sus negocios y explotar las riquezas del subsuelo en esos países sin ley donde la mano de obra no vale nada, como ocurre en la admirada China de hoy, cuyo régimen seudocomunista se ha convertido en potencia mundial gracias a salarios de miseria y a la militarización totalitaria de la producción.
El Maghreb es una zona mediterránea compuesta por Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, y Mauritania, que fue colonia romana hace miles de años como lo atestiguan las ruinas y hasta hace poco el patio trasero de Francia, cuyas atrocidades coloniales sin nombre a lo largo de los siglos y hasta los años 60 del siglo pasado aún generan polémica y vergüenza en la metrópoli cuna de la Declaración de los Derechos Humanos.
Marruecos es hoy una monarquía medieval manejada con mano de hierro por Mohamed VI y dominada por una casta de jóvenes magnates de cuento oriental que medran en la corte de los múltiples palacios de un rey tan autoritario y tenebroso como lo fue su padre Hasan II, el temido monarca de las mazmorras.
Alguna vez estuve un mes en ese país y pude ver horrorizado con mis propios ojos esa asfixia total de la población a manos de la policía secreta y las fuerzas del orden y el dominio total de esa casta de privilegiados que viven en palacios de cuentos de hadas, mientras la población recorre en Fes, Tanger, Rabat o Casablanca las calles en la miseria viviendo de la basura. En una inmensa justa literaria vi llegar al asesor intocable del régimen de Hassan II y preceptor de Mohamed VI, a quienes todos rendían pleitesía agachados.
Argelia, donde también ha habido recientemente disturbios y protestas, es gobernada por el ya declinante Buteflika y vive bajo la bota de unos millonarios corruptos que reptan en las esferas del poder mientras la población carece de empleo y las más mínimas oportunidades. Allí la democracia no funcionó cuando los imames islamistas ganaron electoralmente, por lo que en el transfondo hierve en los desiertos ese otro lado terrible de la moneda, la violencia y la intolerancia fanáticas de los jerarcas islámicos.
Ni qué decir de Libia, dominada por el rey de los tenebrosos Mohamed Kadhafi, ahora perdonado por Occidente después de haber cometido incontables crímenes, como el famoso avión derribado en Lockerbie, y cuyos hijos millonarios y desvergonzados, depredadores del erario, son objeto de escándalo frecuente cuando viajan a sus retiros de reyes Midas en Suiza o pasean con líderes ultraderechistas austríacos. Nadie puede levantar un dedo ahí ante el sátrapa que se ha operado su rostro decenas de veces para ganar los secretos de una imposible eterna juventud.
Cada vez que este individuo, ídolo de ciertas izquierdas totalitarias, sale de viaje con su corte de millonarios y amazonas, actúa con insolencia, instala sus carpas en lugares históricos de las capitales y recibe las venias de los avariciosos líderes democráticos occidentales, ávidos de firmar jugosos contratos para extraer las riquezas del subsuelo libio o venderle armas, aviones o tecnología.
Todos ellos, como el muy elegante Ben Alí, han logrado tener a raya hasta ahora a los fanáticos de Mahoma y de Al Qaida y por eso las potencias occidentales han sido tolerantes. Pero ahora la región es un polvorín, con una juventud urbana mayoritaria que a través de internet abirió los ojos a las libertades del mundo y decide reunirse para protestar, como ocurrió en Irán el año pasado con las manifestaciones contra el fraude electoral de Mahmud Admajinedad.
Después de la caída de la metrópoli colonial francesa, e italiana en el caso de Libia, estos países han vivido bajo la bota de regímenes oscuros y como ilotas, esclavos o siervos de gleba, sus habitantes han pasado de siglo sobre las ruinas de su pasado y las fosas comunes dejadas por los crueles ejércitos coloniales o por las policías secretas autóctonas.
No se sabe que pasará ahora porque si esos regímenes se derrumban no tardarán en salir de sus madrigueras a la ofensiva los soldados de Alá, que son incluso más oscurantistas y terribles. Nadie hubiera pensado que en pleno siglo XXI el mundo se encontraría sin alternativa dominado por dictaduras de todos los pelambres, como si regesarámos a los tiempos bíblicos de los grandes imperios milenarios teocráticos, donde nadie movía un pelo sin el permiso del faraón y reinaban las horcas, las piras, las lapidaciones y la ley del ojo por ojo y el diente por diente.

sábado, 8 de enero de 2011

EL PLAGIO COMO UNA DE LAS BELLAS ARTES


Por Eduardo García Aguilar


Patrick Poivre d‘Arvor es una institución nacional en Francia, pues durante un cuarto de siglo fue el presentador del más poderoso noticiero de la mayor cadena televisiva TF1. A lo largo de buena parte de la historia contemporánea su imagen llegó cada noche sin falta a los hogares para dar buenas o malas noticias. Presidentes, ministros, artistas, empresarios, religiosos, delincuentes, deportistas, actrices y todos los habitantes del país, poderosos o miserables, se rendían a sus pies como el Papa mediático que fue desde los tiempos de antes del cable e internet, en los lejanos años setenta.



Hasta esta semana, cuando se comprobó que su nueva biografía de Ernest Hemingway, impecablemente editada y lanzada por una gran editorial como el best seller de la temporada invernal, era un plagio de otra escrita por un autor anglosajón ya muerto, esta vez un investigador serio que sí paso años quemándose las pestañas. Lo triste de todo es que lo acusan de plagio, pero él ni había visto el manucrito que le escribió como siempre uno de sus fieles colaboradores, o para ser más directos, uno de sus ghost writers, escritores « negros », o como quiera llamárseles a quienes escriben en secreto los libros a estrellas, políticos o escritores famosos y cansados.



Sin duda hombre inteligente, culto y amable, su figura daba seguridad y parecía inmune hasta hace tres años, el día en que osó burlarse en una entrevista del nuevo presidente, al sugerir que se comportaba como un hombre inmaduro e infantil con el cargo y parecía jugar con él como un niño lo hace con sus juguetes, en lo que casi todos los observadores coinciden.



La desgracia no tardó en caer. Desde el palacio del Elíseo salió la furiosa orden y Poivre d'Arvor fue destituido de su cargo, del que parecía inamovible, y lo peor es que nadie se lo dijo antes y se enteró de la terrible noticia por la prensa, mientras asistía a un partido de tenis en el estadio de Roland Garros, acompañado de una dama.



Esta ha sido una de las más escalofriantes defenestraciones shakespeareanas del universo mediático local y sus verdugos, los dueños de la cadena TF1, millonarios muy amigos del play boy presidente, cumplieron la orden y pusieron en su lugar a una bella admirada por el mandatario. Ahora, con este escándalo, los amigos de Sarkozy le darán sin duda la estocada final a este ídolo de barro que cayó en su propia trampa.



Después de meses depresivos lejos de la antena, siguió su carrera con dignidad y retornó a la escena televisiva poco a poco en cadenas menores, ejerciendo la crítica, reivindicando su honor y dedicándose a su debilidad personal, el amor por la literatura. Pero ahora Poivre d'Arvor ha recibido el tiro de gracia víctima de sus debilidades y esa terrible sensación de impunidad en que viven las estrellas mediáticas, rodeadas de corte y gente que les hace el trabajo. Toda la prensa le ha caído encima a causa del fraude que significa su biografía de Hemingway y que fue revelado con lujo de detalles por la revista L’Express.



Probabalemente haya escrito con pasión alguno de sus primeros libros y tal vez pueda escribir todavía, pero el éxito es tentador y en pleno apogeo como el hombre más famoso del país publicaba cada año tres, cuatro o cinco libros suyos que salían al mercado, uno tras otro, novelas, ensayos, testimonios, biografías, que se vendían en un instante como pan caliente, comprados por millones de amas de casa enamoradas y admiradores del país entero. Llegó incluso a ser mencionado como finalista para los grandes premios literarios del año, el Goncourt y el Renaudot. Con 63 libros en su activo, se había convertido en una verdadera mina de oro editorial.



Y aunque vivía en la mentira de que todas esas 63 obras eran suyas, la verdad es que la mayoría, sino todas, eran elaboradas por los ghost writers, escritores fantasmas o "negros" profesionales de las editorales, mientras él pasaba el día en las redacciones y los estudios de televisión, en las recepciones y los viajes de trabajo o paseando con sus múltiples novias, una de las cuales al parecer fue la mismísima Lady Di. Poivre d’Arvor terminó por creer que era un escritor, e incluso un gran escritor. Al fin y al cabo cuando salía una obra suya todo el mundo lo elogiaba y los diarios y revistas se esmeraban por hacer las mejores críticas.Y como él siguen y seguirán haciendo trampa decenas de escritores famosos.



El escándalo revela las bambalinas corruptas del mundo editorial, que ha engañado a los pobres lectores en la segunda mitad el siglo XX y lo sigue haciendo con mayor descaro en el siglo XXI. Salvo excepciones honrosas, los autores de hoy son marcas, incluso los sacrosantos Premios Nobel que, como el español Camilo José Cela, plagió la novela con que ganó el muy corrupto premio Planeta. Se puede llegar a ser escritor famoso y multipremiado y Premio Nobel sin escribir los libros. Sólo basta ser una figura mediática. Esa es la cruel realidad que ignoran los inocentes lectores.



miércoles, 5 de enero de 2011

ENTREVISTA CON EDUARDO GARCIA AGUILAR. POR JORGE CONSUEGRA. Letrasylibros.com (2006)


Por Jorge Consuegra

1. ¿A qué edad escribiste el primer cuento?

Lo escribí a los 13 años, en tercero de bachillerato, y lo titulé "Los secretos del infierno". Un periodista joven iba a las profundidades del infierno en la siberiana ciudad de Yakutia, en Rusia, para entrevistar al diablo. Lo envié a un concurso de cuento intercolegiado y gané. Luego vino la ceremonia de premiación ante cientos de alumnos y subí al estrado en medio de los apalusos. El rector me entregó el premio: un libro de Hemingway con varios relatos, entre ellos "Las nieves de Kilimanjaro". Fue un instante inolvidable, pues no hay nada mejor que un escritor adolescente: allí la literatura vive su estado químicamente puro. Es el sueño infinito contra los despeñaderos. Y además me dio la oportunidad de conocer la obra de Ernest Hemingway, cuyos libros "El viejo y el mar" y "París era una fiesta" me encantan.


2. ¿Cuál fue el tema?


Un periodista novato e intrépido va al infierno para entrevistar al diablo y sale a la superficie en la ciudad siberiana de Yakutia. Sin duda había influencias del Mefistófeles del "Fausto" de Goethe, que acababa de leer en la edición juvenil de Sopena, y del cuento "A la diestra de dios padre" de Tomás Carrasquilla, uno de mis escritores colombianos preferidos. Al final el personaje publica su entrevista en las revistas Time y Life, se hace conocido en todo el mundo por la primicia y después del éxito se dispone a buscar en algún lugar del planeta a Jesucristo para entrevistarlo.


3. ¿Qué se hizo ese cuento?


Guardo el original con unas anotaciones en tinta roja de un maestro de literatura del Instituto Universitario que, me acuerdo, era un señor muy alto y flaco, quijotesco. Además de mi padre, que amaba la literatura y vivía rodeado de diccionarios, tuve muy buenos profesores de letras. Eran los que me defendían en los colegios de las autoridades y de los profesores de matemáticas, física y química que me consideraban peligroso e hicieron todo por aniquilarme. Para ellos un chico que sueña con ser escritor y no ingeniero, militar, abogado o médico es muy peligroso para la sociedad.


4. ¿Cuándo supiste que ibas a ser escritor?


Sin duda el día en que subí a recibir el premio. Me gustó esa sensación súbita y efímera del triunfo literario. En el camino del colegio a la casa con el libro del premio en la mano flotaba de emoción y orgullo. Llegué a casa y le conté a mi padre la noticia. Celebramos en familia. Ese día lo tengo muy claro, fue una revelación. Desde entonces no paro. El adolescente de ese día sigue aquí dentro. El estatuto de escritor adolescente es maravilloso e inquietante. Hay que seguirle siendo fiel, no traicionarlo.


5. ¿Cómo surgió el primer libro?


El primer libro publicado como tal fue "Cuaderno de sueños", una pequeña colección de cuentos, publicada en México por la editorial El Tucán de Virgina, en 1981, después de ganar el premio de cuento "Los otros editores". Pero el primer libro para mí fue la novela corta "Tierra de leones", de 1983, un libro más complejo, que sería el primero concluido después de mucho trabajo y dudas. Sin embargo, no hay que olvidar que antes, el adolescente del colegio escribió varios libros que nunca publicó por fortuna. Yo mismo los encuadernaba y repartía a los amigos, que a su vez escribían y encuadernaban libros llenos de poemas malditos.


6. ¿Cuales fueron esos libros?


El primer "libro" de esa etapa de "arqueología literaria" personal sería una novelita corta que escribí a los 14 años llamada "El castillo de Anthony Jeffes", redactada con el estilógrafo verde mi abuela en un cuaderno cuadriculado azul y que sin duda estaba influida por "El retrato de Dorian Grey" y las novelas de espanto. Después escribí dos o tres colecciones de poemas existencialistas, terribles, escatológicos, como para cortarse las venas o lanzarse al salto del Tequendama. Los nadaístas estaban de moda en ese entonces en Colombia y todos queríamos ser Rimbaud. Además había en Manizales un poeta rockero de 20 años, Wadis Echeverri Correa, que organizaba lecturas y agitaba poéticamente la ciudad. Eran los tiempos de "In a Gadda Da Vida" de Iron Butterfly y "Satisfaction" de los Rolling Stones, los tiempos maravillosos del Festival Internacional de Teatro que trajo a Neruda, Asturias, Grotowsky, Sábato, entre otros muchos. Pero de esa etapa del colegio, lo más "serio" fue un poemario nerudiano en el que trabajé con más intensidad cuando estaba en sexto de bachillerato, a los 17 años. Hay logros, pero demasiada influencia nerudiana y del latinoamericanismo en boga en esa época, que ensalzaba lo prehispánico, lo popular, las revoluciones, el pueblo. De todos modos esos libros fueron escritos con total entrega e intensidad. Lo repito: no hay nadie más puro que un escritor adolescente.


7. ¿Luego que pasó?


Después viví en Bogotá dos años y estudié en la Universidad Nacional, antes de irme para Francia. En ese ambiente establecí el contacto básico con la literatura nacional. Por ahí en 1973 conocí a compañeros generacionales como Sonia Truque y Juan Carlos Moyano, entre otros, que leíamos nuestros textos en el taller Punto Rojo de Arturo Alape e Isaías Peña Gutiérrez. Había unas fiestas fenomenales en casa de Rosita Jaramillo y Jaime Echeverry, que acababan de llegar de Argentina y aportaban modernidad a la literatura colombiana. Las fiestas inolvidables eran en su apartamento de las Torres de Pekín, donde siempre ha vivido Germán Espinosa.


8- ¿Y cuando te fuiste de Colombia?


Me fui en febrero de 1974. La Universidad Nacional estaba cerrada, el ambiente político era atroz. A Francia llegué con 20 años recién cumplidos y allí realicé mis estudios universitarios, amé, bebí, fui a cine, viajé y leí mucho. Fue una etapa de formación. Mucho más leer que escribir y gozar la literatura francesa, que es inagotable. Días y semanas enteras leyendo y delirando con Stendhal, Balzac, Flaubert, Proust... Madrugábamos a escuchar a Michel Foucault y a Roland Barthes en el Colegio de Francia. Después de Francia me fui a California, a Los Angeles y San Francisco, donde estuve un año y descubri "Lolita" de Nabokov". Un día tomé un avión desde San Francisco y llegué a México con ganas de escribir en la prensa de ese país y publicar mis libros. A la escritura allí de la novela "Tierra de leones", influida por "Lolita", siguieron "Bulevar de los héroes" y "El viaje triunfal", que hacen parte de una trilogía. Pero con el peso de García Márquez y el "boom" encima aplastándolo a uno como montañas de mármol, era muy difícil escribir. El ejemplo y el nivel de "Cien años de soledad" y "Rayuela" eran muy altos para emprender como hormiga la factura de una novela. Además estaban ahí Borges, Rulfo, Cortázar, Onetti, Fuentes, Lezama Lima, Alejo Carpentier, vivitos y coleando....


9. ¿Cómo ha sido la vida de todos los libros?


Yo le debo todo a los amigos mexicanos. Ellos me abrieron desde 1980 las puertas de los periódicos, me publicaron todos los libros, respondieron siempre con muchos textos críticos publicados en las secciones culturales de los diarios y las revistas, e hicieron la fiesta en cada presentación. De hecho hace poco presenté mi último libro "Animal sin tiempo" en México y hubo una fiesta fenomenal en casa de Santiago Espinosa de los Monteros, en la colonia Roma. Yo crecí como escritor entre la gente mexicana de mi generación, que tiene brillantes autores, intelectuales polígrafos sólidos que no van sólo tras el best-seller y el éxito fácil. Ellos han sido mis amigos e interlocutores. Cuando pasan por París siempre los veo y hablamos de ese océano que es la literatura mexicana de la que he aprendido tanto. Creo que a fin de cuentas soy un escritor mexicano. No se como agradecerle a ellos esa atención y esa complicidad literaria. Ahora, también agradezco a Francia por toda una vida aquí. Aquí hice mis estudios universitarios y trabajo. París es una ciudad que amo. Pero en lo que respecta a mis libros, todo se lo debo a México y a los mexicanos.


10. ¿Qué libro te graduó de escritor?


Me "gradué" como escritor en México con las tres novelas de la trilogía compuesta por "Tierra de leones", "Bulevar de los héroes" y "El viaje triunfal". "Bulevar de los héroes" ya salió en Estados Unidos en inglés con prólogo de Gregory Rabassa. "El viaje triunfal" está traducida al inglés y al bengalí, en Calcuta. Luego publiqué una cuarta novela en México, "Tequila coxis", tambien inédita en Colombia, que es un homenaje a la ciudad donde viví tantos años, el Distrito Federal, y a su literatura, a ese mundo del cine de la época de oro, el surrealismo, Tamara de Lempicka, las cantinas, María Felix, Tongolele, Ninón Sevilla, Cantinflas, Agustín Lara y Dámaso Pérez Prado, el famosos "rey del mambo". Cada novela es un reto muy fuerte y por eso creo que uno tiene que "graduarse" siempre con cada libro que escribe. Uno no se gradúa nunca como escritor. Es como el mito de Sísifo.


11. ¿Qué ha significado París para los escritores latinoamericanos?


Es una intensa relación que se remonta a más de dos siglos. Primero los escritores y héroes de las independencias, románticos, que pasaban por aquí y compartían la vida con los franceses. Luego todo el siglo XIX y, a fines de ese siglo, los autores modernistas encabezados por Rubén Darío que adoraban París y la literatura francesa finisecular. En nuestro caso José Asunción Silva se formó en París y tanto su novela "De Sobremesa" como su poesía están influidas por los escritores simbolistas y finiseculares. A todo lo largo del siglo XX esa amistad fue aún más intensa. Toda la generación de los años 20 y 30, con César Vallejo, Miguel Angel Asturias, Alfonso Reyes, Alejo Carpentier y otros muchos estableció puentes que siguen vivos y abrieron las puertas al éxito espectacular del "boom" latinoamericano que con Cortázar, Vargas LLosa y García Márquez vivió intensamente los años 50, la posguerra, el existencialismo y la liberación cultural de los años 60. Ahora somos muchos los latinoamericanos que estamos aquí, pero no se está viviendo el esplendor grupal de las tres generaciones antes mencionadas: la de Rubén Darío, la de Vallejo y Asturias y la de Julio Cortázar. El mundo es ahora mucho más moderno, hay muchos polos mundiales de interés nuevo que están viviendo una fuerte interactividad. París ya no es el mito o el lugar necesario que fue en el siglo XIX y en el XX. Ahora es el web. Estamos unidos por los blogs. De hecho el mío es http://www.egarciaguilar.blogspot.com/


lunes, 3 de enero de 2011

BARBA JACOB EN SU CONTEXTO HISTÓRICO


Por Eduardo García Aguilar

Como casi todos los escritores latinoamericanos y europeos, Barba Jacob se ganó la vida como periodista y el periodismo lo devoró, como lo muestra mi recopilación de sus Escritos mexicanos, publicados en 2009 por el Fondo de Cultura Económica.

Su diarismo es el de un poeta modernista que escribía en un contexto donde la prosa era llena de adjetivos y adornos y se ponía al servicio de dictadores o grupos de poder. Sin embargo, entre muchas de sus páginas, algunas logran una gran factura, como en los textos del periódico Churubusco, donde hay piezas de antología escritas cuando tenía 29 años de edad.

En ese entonces reinaba en América Latina otro colombiano, José María Vargas Vila, quien inundaba todo el continente con sus libros anticlericales y radicales llenos de diatribas y era el best seller, el García Márquez de la época. Pero Vargas Vila era un incorruptible y a diferencia de Barba Jacob fue más fiel y coherente con un ideario rebelde, cascarrabias, sulfuroso, antipapista, por lo que tuvo gran aceptación en la época entre los radicales y se hizo rico y famoso. Era un maestro en el arte de rabiar. Hoy nadie lee a Vargas Vila, pese a que publicó un centenar de libros en las mejores editoriales.

Como periodista, Barba Jacob es un hombre acorde con su época, donde el periodista es servil, debe ceñirse a las órdenes del grupo de poder que lo emplea y golpea a quien le ordenan golpear. Esa tradición mexicana reinante en aquella época por desgracia ha seguido vigente a lo largo del siglo XX durante los largos años del PRI y creo que sige vigente ahora en el siglo XXI, salvo muy pocas excepciones.

Dejó Colombia muy joven y al llegar a México se destacó por su excelente prosa y su enorme capacidad de trabajo en las redacciones. Era admirador de Porfirio Díaz y mucho tiempo después, en los Perifonemas, de Ultimas Noticias, seguía abogando por la reivindicaciñon de la figura del patriarca oaxaqueño. Sus posiciones le valieron ser expulsado varias veces del país por inmiscuirse en política interior. Al final regresa derrotado, enfermo y amansado y sobrevive haciendo los Perifonemas de Ultimas Noticias y artículos para revistas como Así. Ya estaba aniquilado por la tuberculosis y la sífilis. En lo que respecta a Colombia fue más o menos fiel a las ideas del Partido Liberal laico y adverso al Partido Conservador clerical.

En el campo internacional, como muchos intelectuales del continente, por ejemplo José Vasconcelos o Leopoldo Lugones, admiró a Mussolini y se sintió seducido por Hitler y el ímpetu del Führer en la década de los 30. Pero no le tocó vivir el desenlace de la II Guerra Mundial. Es un hombre de su época. La historia estaba en curso y es difícil leer mientras ocurren los acontecimientos.

No fue adelantado para su época, pues en esa primera mitad del siglo ya se habían dado rupturas muy importantes en materia poética, novelística y ensayística en todo el continente. Tiene razón Octavio Paz al decir que Barba Jacob era un "modernista rezagado" y aún más Luis Cardoza y Aragón al definirlo como un "burócrata de funeraria".

En Colombia Barba Jacob es una figura aplastada por su leyenda. Es un personaje de opereta, borrachín, homosexual, marihuanero, fracasado, errante y con él los colombianos se identificaron a lo largo del siglo XX, pero sin conocerlo verdaderamente. En él ven el reflejo de su fracaso en el espejo.

Su poesía heliotrópica, alambicada, se acomoda mucho al gusto colombiano por "escribir bonito", un problema del que casi ningún escritor de ese país escapa, salvo excepciones y que sigue vigente. Y además los colombianos se alimentan y se identifican con sus anécdotas reales o inventadas, de los chismes y picardías supuestas de su vida, como prestar dinero y no pagar, ser un gran mentiroso y embaucador en pequeña escala y tener muchas ocurrencias.

La mayoría de los artículos o semblanzas colombianas son recopilaciones de anédotas, pero pocos han tratado de ubicarlo en su contexto literario e histórico, establecer relaciones con otras corrientes poéticas contemporáneas más avanzadas o puentes entre sus ideas y las de otros que también se fascinaron con el conservatismo porfiriano y el culto al poder fascista y falangista.

Era difícil para esos hombres vivir entre las dos guerras, cuando no se sabía que rumbo iba a tomar el mundo. Unos a la derecha, fascinados por Mussolini, Hitler y Franco y otros a la izquierda con Stalin o Trotsky. Son tiempos de creencias absolutas y de pulsiones tanáticas. En ese mundo naufragó el pobre poeta Barba Jacob, un provinciano errante, una especie de judío errante que se buscaba y nunca se halló como casi toda su generación. Y sobrevivió en medio de tanta violencia.